Fraternidad

Somos HERMANOS CON TODA
LA CREACION

Una fraternidad con el corazón vuelto al Señor para anunciar al mundo, con la vida y la palabra, que sólo él es el Omnipotente.

Los que nos inspira el hermano Francisco de Asís, como era conocido en su época, estamos llamados a vivir una relación profunda y radical con el Sumo Dios Vivo y Verdadero. Una relación de intimidad con el ser amado, Jesucristo, una experiencia de comunión con la Trinidad. La fidelidad en el amor con el Buen Dios, es un aspecto de la espiritualidad franciscana. Es con toda la vida, con todo el amor que llevamos que los franciscanos y franciscanas mostramos nuestra filiación de amor con el PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU SANTO. 

Una experiencia que nace de la comunión con al PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO, se refleja en la comunión con los otros. El modo como nos relacionamos con los otros, con los diferentes a nosotros, es la muestra del talante espiritual que llevamos dentro. El modo de relacionamos con los que amamos y con los que aparecen por el camino, es la primera forma de anunciar el Reino de Dios: “La comunión de vida en fraternidad es también nuestra primera forma de evangelización”. Los francisanos y franciscanas damos testimonio del amor PADRE, mostrando unas relaciones fraternas basadas en la comunión total con el otro que es mi hermano. 

Abrazar lo fragmentado de cada uno, nos hace abrazar lo fragmentado del otro

Poder dar el beso al leproso, porque yo me he aceptado con mi lepra, mi miseria y debilidad.
Una fraternidad de menores, pobres y solidarios, peregrina y extranjera por los caminos del mundo en pos de las huellas de Jesús, para proclamar el valor de todo hombre y de toda criatura.

Los franciscanos conventules, somos una fraternidad que busca vivir en humildad, sencillez y el desprendimiento de lo material, de este dómelo económico que prima el mercado y el consumismo de bienes innecesarios y superfluo.

Una fraternidad que vive el compromiso con los pobres y marginados, que considera a los pobres sus maestros, que se deja afectar por la realidad de ellos y ellas, que asume sus causas y es solidario con sus vidas.

Una fraternidad que se nutre del Evangelio para ofrecer a la humanidad, inquieta y en búsqueda del sentido de la vida, la Palabra que es «espíritu y vida». La experiencia de fe del hermano Francisco de Asís, se fundó en el evangelio; desde que se encontró con el evangelio nadie le decía que hacer, sino el deseo que querer vivir el santo evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Los franciscanos conventuales estamos llamados a aportar en la Iglesia ese retorno al evangelio, a dejarnos impactar por la Buena Noticia, por su novedad en nuestras vidas. Somos trovadores alegres del evangelio, llevamos su mensaje en el compromiso libre con los más necesitados, sin pactar con ninguna propuesta mundana y capitalista que empobrece la calidad de vida y destruye la creación. Somos humildes constructores de una Iglesia, que está llamada a vivir el evangelio con radicalidad y novedad, con creatividad y libertad, en pobreza y sencillez.

Somos una fraternidad donde hombres y mujeres queremos vivir la aventura de Francisco y Clara de Asís, con los brazos y mentes abiertas, con los corazones expuestos al sol.

Estos son tiempos de dejarnos llevar por el Espíritu, el mismo que movió a Jesús (Lc 4,16-21). Tiempos de ser portadores del don del evangelio, con la novedad que lo caracteriza. Solidarios con la causa y destino de los pobres y pequeños; con el estandarte de la fraternidad e igualdad radical, sin pactar con el modelo de los demagógicos políticos, empresarios depredadores, de los jerarcas y líderes religiosos opresores y acomodados al sistema que viven lejanos del pueblo; de la bota asesina del poder militar y el crimen organizado.

Los franciscanos conventules, somos una fraternidad que busca vivir en humildad, sencillez y el desprendimiento de lo material, de este dómelo económico que prima el mercado y el consumismo de bienes innecesarios y superfluo.