La Orden de los Hermanos Menores Conventuales
(OFM Conv.) o Franciscanos Conventuales somos la Orden religiosa fundada por san Francisco de Asís en 1209. Desde nuestra fundación, los rasgos que nos definen son: el seguimiento radical de nuestro Señor Jesucristo y de su Evangelio; la vida en fraternidad; la “desapropiación” o pobreza evangélica de quien quiere tener a Dios como única y verdadera riqueza; la “minoridad” como forma de ser y de estar en Iglesia y ante toda criatura; el amor filial y obediente a la Iglesia Católica y al Papa; la itinerancia, siempre como “forasteros y peregrinos”, donde más se nos necesite; el trabajo en los más diferentes ámbitos, según las capacidades de cada hermano; la predicación penitencial, más con el ejemplo de la propia vida que con las palabras; el apostolado misionero y la defensa y promoción de la justicia, la paz y la salvaguarda de la creación.
A partir del siglo XIV se añadió la denominación de «conventuales» a la de franciscanos para expresar el estilo de vida y el tipo de pastoral (principalmente en las iglesias conventuales de los centros urbanos), y, más adelante, para distinguirnos de las diferentes reformas que iban surgiendo dentro de la única Orden (observantes, reformados, etc.) y, más tarde, de los «capuchinos» (reforma del siglo XVI). Hoy, todos juntos, formamos la primera Orden franciscana, es decir, la de los frailes, porque Francisco de Asís fundó además otras dos: las Hermanas Pobres o clarisas, con santa Clara; y la Tercera, formada por seglares (Orden Franciscana Seglar) y centenares de congregaciones religiosas de inspiración franciscana.
Actualmente, los Franciscanos Conventuales estamos comprometidos en las más variadas tareas de apostolado, que son expresión de nuestra vocación y misión en la Iglesia. Presentes en 65 países de los 5 continentes, atendemos centenares de iglesias y 19 basílicas, las más antiguas de la Orden, construidas entre los siglos XIII y XIV, centros educativos y de acogida, comedores y capellanías de hospitales. La Curia general tiene su sede en el convento de los Santos XII Apóstoles de Roma (donde se conservan los sepulcros de los Apóstoles Felipe y Santiago el Menor), confiado a la Orden por el Papa Pío II en 1463.
El corazón de la Orden es, sin embargo, la basílica de san Francisco en Asís, con el Sacro Convento, declarada «Cabeza y Madre» de la Orden por el gran impulsor de la obra, el Papa Gregorio IX, en 1230, en vísperas de la traslación del cuerpo del Poverello a la misma. Atendemos también la basílica de San Antonio en Padua, meta de peregrinos de todo el mundo y centro de intensa actividad litúrgica, pastoral, cultural, editorial y caritativa; la basílica de la santa Cruz de Florencia, verdadera joya del arte italiano; santa María Gloriosa «dei Frari» de Venecia; y las iglesias de san Lorenzo de Nápoles y de san Francisco de Bolonia y de Rávena (con la tumba de Dante Alighieri).
Desde hace siglos ejercemos, además, como confesores ordinarios en la basílica de san Pedro del Vaticano y regentamos la Pontificia Facultad de Teología de san Buenaventura en el Colegio «Seraphicum» de Roma.
A esto hay que añadir la inmensa labor misionera, especialmente en América, Asia y África. El hábito de los Franciscanos Conventuales es el tradicional: túnica y capucho gris con la cuerda. En época napoleónica en algunas provincias europeas se cambió al negro, pero hoy se está volviendo al color gris original en varios países de Europa y en el resto del mundo. La Orden cuenta actualmente con 4500 frailes.